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El exentrenador y ex ayudante de campo de César Luis Menotti mantuvo una extensa charla de fútbol, Selección argentina y alrededores en el aire de TT Sports, por Radio Trend Topic, y no dejó arista sin analizar. Además, puso blanco sobre negro: «No somos los mejores». Al pie de la nota, escuchá la entrevista completa.
El debut con derrota de la Selección argentina en la Copa América y el andar irregular del equipo conducido por Lionel Scaloni desataron una serie de críticas y lecturas que oscilan entre la superficialidad de lo hecho en cancha, la profundidad del trasfondo institucional, la exigencia de triunfos, la presunta creencia de que la Albiceleste debería ser protagonista y los comentarios acusatorios y despiadados hacia la cara más visible: el propio entrenador. Y Roberto Saporiti, al respecto, expresó: «Argentina está en una etapa de transición que hay que pasarla para, después, entrar en análisis. Mientras Uruguay, en quince años, tuvo un sólo entrenador, Argentina cambió once directores técnicos».
En cuanto a las razones que hacen del seleccionado nacional un equipo respetado y la distorsión que eso genera con los malos resultados cosechados dentro del campo de juego, Saporiti manifestó: «Tenemos buenos jugadores, pero a eso se necesita darle una idea, que tiene que estar por encima del juego. La idea es lo principal y después vendrá el juego que desarrollan los jugadores. Y si uno toma los antecedentes, en la misma AFA, uno ve que el trabajo de dos años que llevan Aimar y Placente en la Sub 15 y Sub 17, aparte de tener buenos resultados, genera buenas individualidades y buen nivel de juego». Y agregó: «Lógicamente, no vamos a esperar un Distefano, un Cruyff o un Maradona, porque no aparecen todos los días. Pero no es casualidad que Argentina, en los procesos largos, normalmente terminó bastante bien».
En torno a la designación de Lionel Scaloni como el entrenador oficial de la Albiceleste y el nombramiento de su amigo César Luis Menotti como director de selecciones nacionales, Roberto Saporiti, ex director técnico de Talleres de Córdoba, Argentinos Juniors, Olimpo de Bahía Blanca, UAI Urquiza y varios otros, manifestó: «En el caso nuestro, con el Flaco Menotti, nos tocó ser campeones del mundo con la mayor y la juvenil, pero después de muchos años de preparar un equipo y organizar una escuela fuera del campo de juego. A Scaloni se le firmó contrato hasta el final de la Copa América y después se verá». Y continuó: «Pero lo contratan a Menotti y, conociéndolo, su pensamiento no va a cambiar. Va a tener un tiempo de paciencia y evualuación, porque su vida ha sido así, y después de hacer un análisis, buscará a los hombres que desarrollen una idea futbolística. Si Menotti no puede hacer eso y no le hacen caso, va a durar menos que un pelo arriba del Aconcagua».
La Selección y la sociedad argentina, desde hace años, viven una relación particular. En todo aspecto. Los rendimientos de aquellos futbolistas que protagonizan los fines de semana europeos ponen la vara cada vez más alta y la realidad del fútbol argentino mira desde abajo. Acerca de este vínculo conflictivo y heterogéneo, Roberto Saporiti analizó: «Tenemos muy buenos jugadores, pero cuando se mira a Uruguay, fíjense cómo el Maestro Tabárez pone a los mismos dos centrales hace cinco años. Y cómo Cavani y Suárez hace seis años que juegan juntos en la Selección. El Maestro armó las pequeñas sociedades, cosa que nosotros dijimos hace cuarenta años. Porque en el mundo, para hacer una empresa, primero hay que armar las pequeñas sociedades». Y profundizó: «Los argentinos tenemos que darnos cuenta de que no podemos seguir improvisando. Tenemos que incorporarnos al mundo. Si seguimos esperando que Messi juegue como lo hace en el Barcelona, no va a ocurrir. Porque tiene 450 ensayos al año y entrena todos los días. En el fútbol, primero va la idea. La idea es lo único que va a potenciar nuestras individualidades. Cuando hablo de individualidades es porque son buenos jugadores, no los mejores del mundo, pero sí buenos. Y si están protegidos por una idea, se van a sentir más seguros dentro del campo de juego. Pero eso lleva tiempo y trabajo».
Saporiti, además, no esquivó el exitismo que caracteriza al fútbol argentino y, por ende, a la idiosincrasia del deporte nacional: «Yo tengo 80 años y viví 31 fuera de la Argentina. Viví en Uruguay, en Chile, Colombia, México, Portugal, Francia y Bélgica. Y nunca conocí la inestabilidad y la irritabilidad que hay en la sociedad argentina. Futbolera y no futbolera. Opinamos una cosa a la mañana,y a la tarde otra. Y así no se puede». Y a propósito de las exigencias, las urgencias y la improvisación que signó el camino de los últimos tiempos de la Selección argentina, dijo: «Cuando vivía en Europa, yo veía llegar a las Selecciones argentinas que, a nivel individual, tenían prestigio, pero nunca arrimábamos como equipo. Veía cada año cómo iban las Selecciones argentinas porque las contrataban por su nivel individual. Y siempre con técnicos diferentes. Pero cuando Menotti tomó la Selección, lo primero que hizo fue organizarse fuera del campo de juego. Armó, de la nada, un calendario a cuatro años. Y teníamos un grupo de profesores de educación física y demás. Teníamos un grupo que analizaban todo. Hace 40 años, sabíamos que Ardiles corría 5854 metros. No tirábamos la pelota adentro de la cancha y pedíamos que corran, jueguen y gambeteen. Eso es una tontería. Nosotros pensábamos el fútbol en forma empresarial. Primero, organización. Después, la idea. Y más tarde, el desarrollo y la elección de los jugadores para poder llevarla a cabo».
A la hora de hacer foco en el futuro no sólo de la Selección sino del fútbol argentino en su totalidad, Saporiti fue contundente y preciso: «Si le dan tiempo a Menotti para que pueda desarrollar sus ideas, estoy convencido de que podemos mejorar. Esto no quiere decir que vayamos a ser campeones del mundo ni nada similar. Pero de que podemos mejorar no tengo ninguna duda. Argentina tiene que recuperar estabilidad emocional. Y eso sólo se puede hacer eso con un proyecto y una idea. Y si los argentinos no abrimos los ojos y nos sacamos el ego, nos podemos caer al precipicio. Y ya hemos caído algunas veces«. Y concluyó: «Es importante que el periodismo transmita análisis y que nos ponga a pensar. Pensar es fundamental en la vida. El desafío siempre es pensar. A través de la educación, de la cultura, hablando de fútbol o de otras cosas, pero pensar«.
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