Uno de los pioneros de la psicología del deporte en Sudamérica, con más de once libros publicados al respecto, dialogó con TT Sports, en el aire de Radio Trend Topic, y analizó una problemática ignorada e inherente al deporte: ¿quiénes acompañan a los deportistas en su alejamiento de la actividad profesional? ¿Cómo afrontan el hecho de ser los jubilados más jóvenes de la sociedad?
El suicidio de Julio César Toresani, a sus 51 años, luego de haber superado una difícil enfermedad cuando tenía 45, volvió a instalar el interrogante sobre la mesa del análisis y el debate deportivo: ¿qué sucede en la vida de los deportistas, después del profesionalismo, los flashes de las cámaras, las tapas de revistas y los altos niveles de exposición? ¿Cuán preparados están para ser señalados como jubilados, en edades de plenitud? ¿Con qué y cuántas herramientas cuentan a la hora de hacer frente a ese momento y buscar otro modo de vida?
Al respecto, Marcelo Roffé, licenciado en Psicología de la UBA, con una Maestría en Psicología del deporte y la actividad en la Universidad Complutense de Madrid y excolaborador de José Pekerman en los seleccionados juveniles de Argentina y en la Selección mayor de Colombia, dijo: «Es un tema triste. Porque muchos se acuerdan ahora del retiro del futbolista o deportista, cuando pasan estas cosas trágicas. Los suicidios siempre plantean la instancia de que era evitable. Una persona muy joven, a la que le fue bien en el fútbol, nos interroga en cuanto a quiénes contienen a los deportistas cuando se retiran. Y la respuesta es nadie. Hay una estadística de una asociación de futbolistas europea, que indica que el 28% cae en depresión luego del retiro, y ese dato es tremendo». Y agregó: «No todas las depresiones terminan en suicidio, pero es una enfermedad endémica de la posmodernidad, y tiene muchos más enfermos de lo que la gente cree. Y en el futbolista, el aterrizaje después de ser famoso, comer en los mejores lugares, dormir en los mejores hoteles, tener los mejores autos y viajar por el mundo, a vivir una vida absolutamente terrenal, en la que ya no te reconocen y el teléfono no suena, se hace muy duro. Sobre todo si no se preparó, educó ni entrenó para el retiro. Entonces no pasa sólo por tener o no tener dinero, sino por la recuperación de la identidad, de otra forma, y cómo ser útil en otra tarea. Porque el día es largo».
Acerca de los componentes emocionales y psicológicos que conforman el escenario del retiro para un futbolista, y sus posibilidades de inserción laboral vinculadas al mismísimo deporte, Marcelo Roffé expresó: «De cada cien, un exfutbolista llega a convertirse en entrenador. El fútbol y el alto rendimiento son muy crueles. Eso de que el deporte es salud es relativo. También es negocio, es enfermedad y las presiones son altísimas. Y la dictadura del resultado, también. Hay mucha hipocresía y se tapa al distinto. Se lo esconde. El tema es rendir y rendir. La parte humana queda en segundo o tercer plano. No hay un organismo gubernamental que se ocupe ni la AFA tampoco lo hace». Y continuó: «El deportista, cuando se retira, se encuentra con una realidad en la que se empieza a dar cuenta de que en su casa molesta y de que es joven para la vida, pero viejo para el deporte. Y si no podés reinventarte como profesional y renacer, es muy difícil que puedas vivir los otros 50 años en plenitud».
Asimismo, en el análisis de los distintos elementos que hacen al conflicto que deriva en la depresión de los deportistas luego del abandono de la actividad profesional, Marcelo Roffé hizo hincapié en el factor cultural: «El lugar social que tiene el jugador de fútbol en Argentina es de los más idealizados, porque es uno de los cinco o seis países más apasionados del mundo y, por eso, ocupa un lugar de ídolo y, a veces, de todo lo contrario. Según los resultados. Pero se lo endiosa, se lo idealiza y se lo envidia. Porque el 90% de los hombres argentinos somos futbolistas frustrados. Eso, por un lado. Por el social. La realidad del jugador es que siempre es mejor retirarse, que retirarse por el deporte. La mayoría son retirados. Y cuando sos retirado es porque aguantaste demasiado, por no saber qué hacer de tu vida». Y añadió: «En el medio, muchos dicen no haber pensado nunca en el suicidio. Pero si dicen eso, es porque sí lo pensaron. Y está considerado que, para el jugador de fútbol, el retiro es su primera muerte. Debería haber un apoyo para que el jugador pueda, dos o tres años antes, prepararse».
Por último, en torno a cuáles serían los aspectos a trabajar para prevenir esta clase de situaciones y sembrar una solución a futuro, Marcelo Roffé aseveró: «Esto va más allá de los gastos y los ajustes. Esto tiene que ver con que haya ideas para ayudar a los futbolistas y deportistas». Y concluyó: «La etapa para trabajarlo es la formativa. Esa es la clave. Formar al deportista como tal y como persona. Hacer foco en la importancia del estudio y en el desarrollo de otros intereses. Porque después, puede ser demasiado tarde».