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Santiago Echeverría es un futbolista argentino. Juega de marcador central. Empezó su carrera en Talleres de Córdoba, pasó por Boca Juniors y fue campeón de la Copa Argentina y de la Supercopa Argentina (edición 2014) con la camiseta de Huracán. Vivió en México, en Colombia y, actualmente, forma parte de Brown de Adrogué, el club que le devolvió la vida.
Por Ignacio Sondereguer.
El 25 de junio de 2017 fue presentado oficialmente por Independiente de Medellín como su quinto refuerzo. El 21 de diciembre de ese mismo año le hicieron un control de dopaje que resultó injustamente adverso. Volvió a las canchas recién el sábado 2 de noviembre de 2019. Fueron dos años sin poder jugar al fútbol profesionalmente. El equipo de TT Sports, en el aire de RadioTrendTopic (Juan Pablo Francia, Pepe Lara e Ignacio Sondereguer), tuvo la posibilidad de entrevistar a este luchador el día previo a su regreso.
“Me siento libre, me siento liviano, estoy desbordado de alegría. Tranquilo pero, a la vez, me come la ansiedad. Estoy disfrutando más que nunca cada momento. Volver a jugar es volver a vivir”, esa fue la respuesta de Santiago a la primera pregunta: “¿Cómo andás?”. No quiso medirse, se expresó como sentía. Enseguida, contó todo sobre la injusta sanción: “La agencia de dopaje nunca tuvo en cuenta mis pruebas en ninguna de las dos instancias. Prefirieron decir que era culpable. Fue una contaminación, común en Colombia, por comer carne vacuna. Se llama Boldenona, lo mismo le sucedió a Fabián Puerta, ciclista colombiano y campeón mundial. Es más, quince días antes del comunicado que me declara culpable, el comité olímpico colombiano había alertado que había un problema de salubridad en la carne. Había vacas que estaban contaminadas. Nosotros, contratamos científicos, profesionales, para poder probar nuestra argumentación”.
“Cualquiera dejaría de entrenar a las dos semanas”, dijo con criterio el futbolista. De forma profesional, el deporte te exige estar al máximo de tus condiciones. En medio de una disputa legal, sin saber cuando se resolvería, Santiago nunca bajó los brazos: “Medellín me cumplió el contrato hasta que finalizó. Igualmente, me tuve que quedar en Colombia para concluir este asunto, entonces tenía que entrenar por mi cuenta. En la parte humana, ellos no son como nosotros. No se involucraron, no les interesó involucrarse, no creo que sean malas personas. Pienso que cada uno actúa a su manera. No les guardo rencor. Cada vez que veo un partido de Medellín les deseo que ganen”.
Entre tanta ayuda que recibió, marcó su punto de inflexión: “Se nos acercó un día Ariel Reck de buena voluntad para ayudarnos. Él es abogado argentino, de derecho deportivo, muy reconocido. Quedé impresionado cuando me llamó, fue un antes y un después”. Fue un gesto que el entrevistado valoró: “No es fácil involucrarse, es fácil hablar, pero para los que están en alto mando no le es fácil, más por un don nadie”. Luego, siguió: “Fui de a poquito con el tema del TAS y ahora estoy acá. No queda más que celebrar. La mejor manera de devolver este agradecimiento a ellos es dentro de la cancha”.
De regreso en Argentina, la historia no había concluído pero al menos podía sostenerse en sus raíces: “Con Talleres estoy mas que agradecido, soy hincha del club. Me llamaron para entrenar en abril en la pretemporada. Con los abogados quedamos en que entrenara apartado del grupo, sin el escudo”.
A un día de volver a jugar, Santiago no se olvida de todos los que lo apoyaron: “Mi compañera de vida se bancó dos años de mi levantándome todos los días para que ni piense en dejar de entrenar. Está esperando tensa que entre a la cancha devuelta para llorar de alegría. muchas personas me ayudaron a su manera. Si entro a la cancha es primero por ellos, después por mi. Sería hipócrita decir que lo superé yo solo. Por eso mi vuelta es un premio para ellos” dijo Santiago.
Ya terminada la entrevista, pidió un último espacio para estas palabras de aliento: “Si algún chico deportista tiene un problema así que no dude en comunicarse conmigo. Esto no se pelea solos. Si de verdad creen en ellos, que no bajen los brazos y que cuenten conmigo para lo que necesiten”.
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