En el primer partido de la trilogía de superclásicos, Millonarios y Xeneizes empataron 0 a 0. Fue un partido duro, trabado, en donde el conjunto riverplatense mereció algo más.
Muchas expectativas había en este partido. Si bien había voces que decían, que era el menos importante de los tres que se jugarán de aquí a fin de año, siempre un River-Boca genera emociones.
Era la primera vez que se veían las caras después de la final histórica que River se llevó en Madrid. Y la verdad es que sorprendió la actitud del conjunto de la ribera.
El equipo de Marcelo Gallardo dominó al eterno rival, generó varias situaciones de gol, pero no pudo convertir. Por eso, empató 0-0 en el Monumental, frente a un equipo que en ningún momento quiso jugar.
River, como de costumbre, desde el pitazo inicial, asumió el protagonismo del encuentro, presionó, manejó la pelota e intentó jugar y atacar. El conjunto de Gustavo Alfaro hizo todo lo posible para aguantar el cero y dejar que corra el reloj.
El segundo tiempo fue muy parecido al primero. River lo controló pero le faltó profundidad en los últimos metros. Aún así, tuvo un par de situaciones de gol, que Andrada resolvió con seguridad.
Entre el no querer de Boca y la búsqueda impotente de River, el superclásico fue poco emocionante. Claramente, no quedará entre los partidos más recordados.
Este fue el preámbulo de los choques por la Copa Libertadores. Gallardo tendrá que pensar en variantes para doblegar a un Boca, que seguramente repetirá esquema en el partido de ida. ¿Boca insistirá con un planteo ultra-conservador, con la pretensión de que no pase nada y llevar la llave abierta a la Bombonera? ¿Y si River se le planta en la Bombonera y le hace un gol? El planteo inteligente de Alfaro solo se basa en que el rival no le haga un gol y no se sustenta en el juego propio.
Falta un mes para la ida de la Copa Libertadores, los técnicos no tendrán excusas, tienen tiempo para trabajar y pensar en cómo buscar la gloria.